Estudio por Michael Garcia (Foto del Pastor y ministro de Cristo, Juan Cordova)
El imitador y quien desde el principio pecó
queriendo ser igual a Dios, fue satanás (1 Juan.3:8). Ahora bien, ha escuchado
usted en algunas iglesias a predicadores decir: "yo decreto que serás
millonario", "yo decreto para ti prosperidad", "yo decreto
que conquistarás las naciones" "yo, yo y yo". Predicadores que
gustan de hablar en nombre propio y no en nombre de Dios. Sepa, hermanos y
amigos, que además de ser una pretensión no bíblica, raya más en la locura y la
insensatez de quienes practican esto en las congregaciones, no es sana
doctrina, sino conceptos de metafísica y doctrinas heréticas como el dominionismo.
En principio ¿Qué es un decreto? En la Biblia, la
palabra "decreto", o "decretar" proviene originalmente del
termino griego "diatagma", que significa aquello que es impuesto por
decreto o ley. En otras palabras, en la Escritura un decreto se refiere a leyes
que gobiernan impuestas por la más alta autoridad, o sea, ordenanzas que solo
pueden ser promulgadas por un rey supremo o gobernante absoluto; lo cual
implica que los subordinados, súbditos, siervos y esclavos deben obedecer
dichos decretos, NO crear los suyos propios (Dt.4:1; Edras.6:11). Un decreto
sigue siendo en cualquier nación o estado, una orden proveniente del más alto
magistrado o autoridad. De modo, que respecto a la iglesia de Cristo, el único
que puede emitir decretos/leyes y normas de vida como propósito es Dios, solo
Él como Rey supremo puede dar ordenanzas y mandamientos infalibles y absolutos
que el ser humano debe obedecer.
Por ejemplo, en Deuteronomio 6:1, dice el Señor:
"Estos son los mandamientos, estatutos y decretos que Elohim vuestro Dios
mando que os enseñase, para que los pongáis por obra... para que temas a Elohim
tu Dios... guardando todos sus mandamientos". Claramente y de forma
textual, Dios se muestra como único en facultad para promulgar decretos. En
Job.38:8-10, y referente a su creación, el Señor señala que él estableció ya su
decreto el cual no puede ser removido ni cambiado: " ¿Quién encerró con
puertas el mar, cuando se derramaba saliéndose de su seno, cuando puse yo nubes
por vestidura suya, y por su faja oscuridad, y establecí sobre él mi decreto,
le puse puertas y cerrojo, y dije: Hasta aquí llegarás, y no pasarás adelante,
y ahí parará el orgullo de tus olas?".
El que emite decretos es Dios, NO el predicador
¿Por qué? Porque el decreto es una orden, una ley, y el siervo no puede dar
ordenes a su Señor, ni el criado puede dar mandamientos a su Rey. Nadie puede
obligar a Dios y mucho menos darle ordenes para que haga algo. Algunos sacan
fuera de contexto algunos pasajes bíblico, como por ejemplo Mateo.16:17-19,
"Entonces le respondió Jesús: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás,
porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y
yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia;
y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. Y a ti te daré las llaves
del reino de los cielos; y todo lo que atares en la tierra será atado en los
cielos; y todo lo que desatares en la tierra será desatado en los
cielos".
En primer lugar, la palabra decretar NO aparece en
este pasaje por ningún lado; pues "decretar" también significa
resolver, decidir, una persona que tiene autoridad o facultades para ello. Dios
si nos dio autoridad y poder; se lo dijo a Pedro: "y a ti Pedro, te daré
las llaves del Reino -llaves significa "autoridad" y
"poder", eso es amen. Pero aquí hay algo importante, y lo vemos en la
definición de la palabra decretar, y es "decidir",
"determinar".
En segundo lugar, nosotros tenemos autoridad, si,
sobre potestades, demonios en nombre del Señor; pero NO para decidir como lo es
un decreto, pues ¿Dónde estaría la voluntad de Dios si yo decido y resuelvo? No
amados, nuestro Padre que ésta en los cielos es el que decreta, el que
resuelve,y el que decide. Porque si no es así, ¿para que entonces depender de
un Dios?, ¿Para que pedirle a Dios, si yo puedo decretar y ya? En la Biblia,
quien decretaba, decreta y decretará es Dios.
Tristemente, muchos predicadores, en especial los
seudo-apóstoles y auto-proclamados profetas de hoy, les gusta hablar en nombre propio,
diciendo: "Yo decreto", "Yo, Yo, Yo", como si ellos
pudieran darle ordenes a Dios. Esta practica es tremenda abominación de
ministros y predicadores que, motivados por la soberbia, pretenden estar al
mismo nivel o por encima de Dios mismo.
Amados hermanos y amigos, el verdadero predicador
es aquel que habla en nombre de Dios, diciendo: "Así ha dicho el
Señor", y nunca dice: "Yo digo", sino que dice: "Así dice
el Señor". Sepa que nadie en el evangelio puede hablar por cuenta propia,
ni aun los ángeles del cielo. El mismo Cristo advirtió sobre esto, cuando dijo:
El que habla por su propia cuenta, su propia gloria busca (Jn.7:18); y también
dijo: Porque yo no he hablado por mi propia cuenta; el Padre que me envió él me
dio mandamiento de lo que he de decir, y de lo que he de hablar". Aun el
Hijo de Dios, hablaba en nombre de su Padre, y cuando oraba, decía:
"Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad,
sino la tuya (Lucas.22:42). Nunca dijo: "Yo decreto que esta copa sea
quitada", sino que dijo, "no se haga mi voluntad, sino la tuya,
Padre". Tampoco en la Biblia vemos a los discípulos del Señor
"decretando", si no que pedían en oración en nombre de Dios y
conforme a su voluntad. Esto tira por el suelo la falsa doctrina del llamado
"decreto cristiano". El mismo Jesucristo dijo a sus discípulos,
"pedid, y se os dará", lo cual es muy distinto y diferente a decir
"decreta, y se os dará". Una petición y un decreto son dos
terminologías distintas. Una petición está supeditada a la voluntad de quien se
le dirige dicha petición, en este caso Dios. En cambio un decreto, es una orden
o ley absoluta que irremediablemente y sin condiciones se debe obedecer..
El apóstol Pablo, por palabra de Dios, ordenó a los
creyentes a hablar y actuar en nombre de Dios, no en nombre propio, diciendo en
Col. 3:17 "Y todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo
en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él".
Todo debe ser en nombre del Señor, reconociendo la soberanía y el señorío de
Dios, y quien finalmente actuará de acuerdo a su perfecta voluntad, no según la
voluntad humana.
Hermano y amigo amado, tenga cuidado en dónde usted
se congrega y a quién usted oye predicar, porque muchos ministros andan
hablando por su propia cuenta, cuando Dios no ha dicho nada. Los tales,
descontextualizan el pasaje de Mateo.21:21, para engañar y sacar provecho de
los creyentes débiles e inconstantes. Y usan ese pasaje para decir: "Yo
decreto para ti", o sea, y como yo lo digo, se tiene que realizar y Dios
me tiene que obedecer y me tiene que dar todo lo que yo le pido, porque yo lo
he decretado asi. Por favor, que absurdo, no podemos ser tan necios para creer
tal barbaridad, esto es pura metafísica mezclada con Biblia, superstición y
filosofía de Aristoteles, no palabra de Dios. Ministros falsos que usan de
estas filosofias para ilusionar e hipnotizar a la gente en las iglesias y así
robarles la plata, y hacerse rico ellos.
El contexto de Mateo.21:21-22, establece con
claridad que nuestras peticiones a Dios las recibimos orando, NO decretando.
Entienda la verdad, usted será bendecido mediante la obediencia a Dios, y no
porque un mal llamado ministro le diga: "yo decreto". Usted verá sus
peticiones contestadas orando y obedeciendo a Dios, y no porque un profeta loco
le diga: "yo decreto para tí". Las peticiones, milagros y
bendiciones, se reciben en oracion: "Y esta es la confianza que tenemos en
él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye. Y si sabemos
que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las
peticiones que le hayamos hecho" (1 Juan.5:14-15). El Señor nos mando a
pedir orando, no aquellos que se nos antoje, sino que oremos conforme a su
voluntad.
EL DECRETAR ES SÓLO FACULTAD DE DIOS. Iglesia, abre los ojos de una vez, pues ya la
apostasía arropa al mundo, señal evidente de Cristo está a a las puertas.
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